Querido Espejo,
Hoy te volvi a leer. Te miro como una se mira todas las mañanas. Revisando sobre nuestro rostro si algo ha cambiado. No vaya a ser que uno de estos días amanezca con el cabello teñido de azul, una cana más, una nueva ilusión o un lunar cancerígeno. Reviso aunque reviso con miedo, pero me es inevitable hacerlo.
Querido Espejo, hoy leí tu segundo poema acerca de Él. Somos diferentes pero sospecho que eres más inteligente que yo, o tal vez menos optimista, menos incrédula, menos romántica. No lo sé. Puede que ya hayas pasado por un desamor de esta magnitud, que la vida ya se haya encargado de enseñarte que a veces la realidad consume sin remordimientos. Que la fantasía solo satisface si es compartida. Que el tiempo es bondadoso y la distancia cruel. Que hay batallas que no valen la pena luchar, cuando sabes que terminarás derrotada y lamiendo tus heridas. Puede que todo esto ya lo sepas, y yo aun soy primeriza.
De haber sabido lo que este presente contiene, puede que haya elegido un pasado distinto. Tal vez no habría depositado en sus labios la totalidad de mi aliento hasta quedarme vacía. Puede que no lo haya sostenido en mis brazos mientras estaba enfermo y tembloroso hasta el amanecer. Que no lo haya proyectado como el personaje principal en cada libro que leo. Que no haya trazado sus párpados mientras dormía sobre mi pecho. Querido espejo, sí, estoy segura. Definitivamente debes ser más inteligente que yo.
Y no, no eres una cobarde; Huir también requiere valentía. Ojo, no te lo digo para apropiarme de él, esto no es plan con maña. Te lo digo de mujer a mujer como consejo y únicamente desde mi experiencia. Lo mejor que uno puede hacer es tomar una decisión antes de que Él, o el Medio Oriente o su profesión la tome por tí. Empacar tus cosas y salir por la puerta principal con la cabeza en alto antes de que la distancia geográfica o psicológica te desgarre el alma. Lo mejor que puedes hacer es olvidarlo mientras aun estas a tiempo. Yo decidí luchar, me quede, arriesgue todo, doble mis cartas y aun así, pues, aquí estoy. Escribiéndote.
Así que si, Espejo, ahorrate las verdades, las noches donde nadie duerme, los besos, sobre todo los besos, y más...Ahorrate la esperanza de ver que tuvo la razón todo este tiempo, la paz de las mañanas, el abrazo con sentido y el automático; Ahorrate despertar juntos en la cama o en el pensamiento, Ahorrate todo, todo hasta la despedida.
Hay laberintos de los que uno no sale igual. Como por ejemplo, la guerra, la muerte, el exilio y el desamor. Javier es uno de ellos.
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