Lo que yo te quiero dar no es felicidad barata.
Ni el calor de una tarde de mayo,
Tampoco el susurro pálido de promesas,
Ni los pétalos frágiles de una rosa.
No te quiero amar suavemente.
Lo que te quiero dar es el sabor a sal,
El ultimo manantial entre nuestras manos,
Te quiero dar la esencia de violetas pulverizadas,
Un corazón derramándose mientras nos recostamos sobre cobijas frías,
Y vemos las estrellas caerse del cielo.
No quiero existir en los pasos de una danza tenue entre manos y labios;
Quiero tenerte tan cerca que cualquier distancia entre nosotros se disuelva entre nuestra piel, hasta olvidar la espina del vacío.
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